Parajes inesperados

Un baño lunar que no te esperas, un paseo nocturno por cráteres planetarios, una tormenta de relámpagos en el horizonte, al fondo...grandes rayos de luz blanca que amenizan la noche bajo una manta de estrellas luminosas y nubes claras. Los minutos pasan rápidos, al compás de las olas golpeando las rocas.
Una estrella fugaz, enorme y asombrosa, llegada desde muy lejos, nos quita las palabras y pinta en nuestras caras una expresión de sorpresa y maravilla, una sonrisa resplandeciente dibujada en el cielo oscuro, que nos une en un abrazo tierno y revelador. Dos siluetas, una detrás de la otra,  se abrazan en un encuentro fuera del tiempo y del espacio y se vuelven testigos de una noche especial.
Una cuesta hacia arriba que exorciza una pesadilla recurrente, al final el cuerpo no se despega de la tierra, sino todo lo contrario: ese núcleo terrenal hace de adhesivo entre esos cuerpos y esas manos.
Unas manos hermosas, fuertes y sensibles, un juego de caricias y mimos que empieza por los dedos y que sigue por los palmos, enredándose por las muñecas y subiendo hacia los brazos.
Una cascada de rizos que se esconden de una mirada limpia y emocionada, unos ojos azules pequeños, pero a la vez profundos y vivos.
Un beso atrapado en un paseo lunar en el que simplemente sobraba por lo sublime que había sido ese intenso baño de palabras y pasos.